El ritmo es una palabra difícil de definir pero todos conocemos perfectamente su significado. Aún así, es posible que algunos no sean conscientes de su omnipresencia pues el ritmo forma parte de todos nosotros. Está presente en la música, en la danza, en la lingüística, en la literatura, en la naturaleza, en las artes visuales, y también en muchas empresas. El ritmo nos hace seguir un orden, una dinámica para que todo funcione de una forma cohesionada y esas son cualidades que tiene que tener una empresa si quiere funcionar adecuadamente y obtener los objetivos marcados. Por ello todas las empresas que lo tengan en cuenta tienen que seguir por el mismo camino y aquellas que por el contrario no se habían planteado su importancia, les aconsejamos que tomen conciencia de ello y creen ritmo en la empresa.
Los seres humanos somos seres complejos pues somos muy distintos los unos de los otros, cada cual con sus peculiaridades que nos hacen únicos. En las propias familias o incluso en nuestros grupos de amigos aparecen los conflictos ya sea por conflictos de intereses, por los diferentes puntos de vista o simplemente por los diferentes modos de actuar frente la misma situación. En las empresas ocurre exactamente lo mismo y más aún cuando se trata de una gran empresa, pues cuanto más personal tenga más grande es la complejidad a la que se enfrenta. Todas las compañías se topan con altos grados de complejidad cuando logran cierto número de empleados o también cierto nivel de ingresos. Lo que creemos que deben hacer los líderes de las compañías para sobrepasar esta barrera de complejidades es desarrollar un sistema confiable que les permita dar un giro de ciento ochenta grados y conseguir así que la compañía consiga su propio ritmo y siga creciendo sin mayores complicaciones.
Con este artículo lo que pretendemos es reflexionar sobre lo que podemos hacer para que las empresas asuman un ritmo cohesionado, para, como hemos dicho, avanzar de forma uniforme hacia su meta. Este nuevo enfoque en la planificación estratégica debe tener siempre como punto de referencia el futuro y no el pasado como sucede muchas veces. Las compañías deben anticipar el futuro en vez de concentrarse en los criterios métricos que evalúan el pasado. Para conseguirlo, gerencia debe formular preguntar sobre lo que puede deparar el futuro y así anticipar futuros problemas y también futuras oportunidades. Si queremos lidiar con la complejidad de nuestra compañía debemos seguir este patrón rítmico para así poder adaptarnos rápidamente a los nuevos retos y evadir las complejidades.
Como cualquier plan estratégico, debemos seguir un esquema, el cual, en este caso está compuesto por tres pasos. Primero de todo tenemos que considerar la estrategia, en segundo lugar tenemos que determinar cómo ejecutaremos la estrategia, y por último tenemos que realizar las acciones que llevaran a cabo el plan estratégico. Lo que tiene que quedar claro es que esto no es un proceso, es un ritmo y como tal tiene que ser un hábito que impregne a toda la compañía, tanto a gerencia como a todo el personal. Para ello tenemos que confiar en este nuevo enfoque del ritmo que implica mirar hacia adelante y no hacia atrás y de esta forma evitar el incendio en vez de tener que apagarlo. Si siguen al pie de la letra este ritmo que proponemos, podrán lograr una ejecución innovadora y acelerar el crecimiento de la compañía.