Para más del 40% de los emprendedores lo mejor de emprender es la recompensa personal, la autonomía y la autoestima. Y no lo decimos sólo nosotros, son datos del Estudio de Clima Emprendedor de 2013 realizado por Sage y la Fundación Iniciador. En palabras de uno de los encuestados «es la satisfacción de ver que estás creando puestos de trabajo y la dinámica diaria, llevar a cabo todo el proyecto y valentía de tirar para adelante a pesar de la crisis». Estos datos nos sirven, pues, para reafirmar una de las sensaciones que todo emprendedor pone de manifiesto cada vez que alguien le pregunta sobre la acción de emprender y lo que le ha comportado de beneficios y/o de aspectos negativos.
La ley de emprendedores define al emprendedor como «aquella persona, independientemente de su condición de persona física o jurídica, que va a desarrollar o está desarrollando su actividad económica productiva con independencia de su tamaño y de la etapa del ciclo empresarial en que se encuentre». Dejando de lado los períodos de crisis económica, cuando algunas personas se ven empujadas a emprender por la falta de oportunidades laborales, la autorealización es la principal razón para tomar la decisión de emprender. Le siguen otras razones como la reorientación de la carrera profesional, el hecho de ser tu propio jefe, convertir un hobby en un negocio o encontrado un nicho demercado. Pero es precisamente la razón que lidera este ranking la que debería imperar a la hora de tomar la decisión de lanzarse a emprender. El espíritu vocacional y la ganas de tirar adelante un proyecto nuevo no nos pueden faltar a la hora de crear una futura empresa que nos costará esfuerzo, tiempo y quién sabe si, al principio, dinero. Es normal que nos asalten las dudas pero para poder solventarlas cada vez que nos acechen es importante recordar los motivos y las satisfacciones que nos puede ofrecer liderar nuestro propio proyecto.
Los emprendedores precisan de un carácter especial donde la ilusión debe ser el impulso principal de la iniciativa, sin ella, no habrá recompensa. Si emprendemos porque no nos queda otro remedio es importante cambiar de forma de pensar, y ver esta futura iniciativa empresarial no como la última salida sino como una estupenda oportunidad de hacer lo que queremos hacer y de tener algo propio que perdure y sea el producto de nuestro esfuerzo y capacidad. No hay una fórmula mágica del éxito, ni al inicio de un proyecto, ni en medio del camino, no tenemos una bola de cristal qué nos anticipe qué será de nuestro proyecto empresarial en un futuro pero lo que sí estamos en condiciones de asegurar es que la recompensa personal que nos proporciona el hecho de emprender es una sensación difícil de igualar.