Es cierto que el paso de la primera a la segunda generación comporta la desaparición del 67% de las empresas y que de la segunda a la tercera generación desaparecen el 22% de las que quedan, con lo que al final solo restaran el 10% de las empresas.
Sin embargo hay una matización importante a realizar, es que la empresa no desaparece como tal, sino que la propiedad deja de ser familiar.
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