Las personas somos muy diferentes las unas de las otras. Tenemos caracteres distintos y por lo tanto formas de actuar distintas. Nuestras actitudes las clasificamos en virtudes o en defectos en función de nuestras experiencias personales y de la idea que tenemos de nosotros mismos ya sea por cómo creemos que somos o por cómo nos ha clasificado nuestro entorno.
Lo cierto es que todos y absolutamente todos, tenemos nuestras virtudes pero también nuestros defectos y tenemos que ser suficientemente inteligentes para saberlo y sentirnos orgullosos de nuestros puntos fuertes y aceptar nuestros puntos débiles o incluso intentar suavizarlos o erradicarlos. El tener las ideas claras sobre uno mismo nos da fuerza y confianza en nuestro día a día y en él está por supuesto el trabajo. En el trabajo convivimos con muchas personas, cada una de ellas con sus virtudes y sus defectos y por encima de todas ellas está nuestro jefe. Un jefe que también actúa con sus virtudes y sus defectos y puede ser un líder o un mediocre. ¿Con cuál te gustaría trabajar? Nosotros lo tenemos clarísimo.
Esta es la definición que diríamos más literal pero sin tener en cuenta el componente emocional, tan importante en un jefe, pues para nosotros un jefe tiene que ser un líder. Un líder porque tiene que generar confianza, basarse en la cooperación, guiar en lugar de dirigir, solucionar problemas y arreglar los errores en lugar de echar las culpas y tiene que promover el entusiasmo. Un jefe tan sólo puede conseguir lo mejor de sus trabajadores si su plantilla lo ve como a un líder o ¿qué no haríamos por un líder? Los líderes precisamente son personas que inspiran y logran captar la simpatía y las ganas de trabajar de todos cuantos les rodean.Como todo el mundo sabe, el jefe es esa persona que en una oficina, empresa, corporación, gobierno, club u organismo, está autorizado a dar ordenanzas a sus subalternos y se encuentra en un puesto superior en la jerarquía. El jefe es el encargado de la tarea de formular objetivos para un grupo, proporcionar los medios, tanto materiales como humanos, para que se consigan, tomar decisiones y reaccionar a las situaciones imprevistas.
Por desgracia no siempre nos encontramos con jefes líderes en nuestros trabajos. En ocasiones tenemos la mala suerte de cruzarnos con jefes que parece que se esfuercen por sacar lo peor de sus trabajadores.
Hay jefes que por lo que sea se empeñan en hacer todo lo que un buen líder nunca haría, como por ejemplo inspirar temor, mostrar siempre la autoridad, dirigir en vez de guiar, echar culpas en vez de solucionar los problemas, hacer que crezca el resentimiento y que el trabajo sea monótono. Eso sí, no tenemos que confundirnos y etiquetar al primer segundo nuestro jefe si en algún momento recibimos una crítica por su parte. Las críticas no son siempre malas siempre y cuando estén bien fundamentadas y nos ayuden a crecer tanto a nivel personal como profesional. El objetivo de algunas de estas críticas son la búsqueda de la excelencia y por ello el trabajador no se lo tiene que tomar como algo personal pues un jefe que critique nuestro trabajo de manera constructiva puede convertirse en el mejor aliado, pues aprender de los errores es uno de los mejores canales para avanzar en nuestra carrera laboral.
Como decíamos en un principio, tenemos que tener las ideas claras sobre nosotros mismos y sobretodo sobre lo que queremos a nuestro alrededor. Por lo tanto tenemos que identificar rápidamente que clase de jefe tenemos y tomar una decisión. Si vemos que estamos trabajando para una persona que nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, adelante. Si por el contrario, vemos que nuestro jefe es un mediocre, “fot el camp”, que significa que te vayas lo antes posible y no pierdas ni un minuto más de tu preciado tiempo. Pero esa es nuestra opinión, así que tú decides.
Jefes líderes vs jefes tóxicos, ¿con cuál quieres trabajar?
