Mientras escribía el nombre del título de este artículo me ha vendio a la memoria el nombre del restaurante Sublimotion. Ubicado en un lugar secreto en las inmediaciones del Hard Rock Hotel Ibiza, Sublimotion ofrece todas las noches de verano una experiencia exclusiva reservada a 12 comensales, donde se sirve una veintena de platos de alta gastronomía elaborados por el chef Paco Roncero y la colaboración de otros cocineros que en total suman 8 estrellas Michelin.
Aunque el protagonista principal es la alta gastronomía, la cena acaba siendo mucho más que eso. La música, la tecnología y la neurociencia juegan un papel muy destacado y convierten esta experiencia en un show en directo en el que el comensal forma parte de cada una de las escenas y se ve inmerso en un mercado callejero de Tailandia o en la cabina de un avión. Toda una experiencia exclusiva y única por 1.500 euros por persona.
Y aquí he empezado a pensar que tal vez el título del artículo no fuera el más adecuado. Pero también pienso que la vida es un proceso que se mide en experiencias y que cada cual puede otorgar un valor a esas experiencas. ¿Y si el sueño de toda una vida es pasar una noche en este restaurante ibizenco rodeado de glamour y exquisitez? ¿Y si he ahorrado durante un tiempo para darme este «lujazo»?. Quien me dice a mi que en ese momento de disfrute aquello que en un principio pueda parecer un precio estratosférico se convierta en un detalle nimio ante lo que estoy presenciando. ¿Qué valor tiene vivir una experiencia única?. Parafraseando un conocido anuncio de televisión…. «no tiene precio».
Aunque sigo pensando en el título del artículo, y ahora recuerdo otra experiencia gastronómica que repito bastante a menudo. Llegar a casa después de un día ajetreado, ir al armario de la cocina y echar mano de esa bolsa de patatas con gusto a jamón que tanto me gustan, abrir la nevera y coger una cerveza fresca, muy fresca…, de las que las gotas de agua resbalan por su superficie. Y así, con la bolsa y la cerveza recien abierta, sentarme en el sofá y dar ese primer trago que siempre es el que mejor sabe, acompañado de un buen pueñado de patatas. Otra experiencia culinaria que puede que no vaya más allá de los cuatro euros, y que en ese momento para mi es el momento más exclusivo del día. Otra experiencia en la que el precio es secundario. Yo, mi sofa, mi vol de patatas y esa bebida tan nuestra. ¿No te están dando ganas de ir ahora al armario y a la nevera?
La gastronomía es una fuente de placer. Encontramos en la alimentación, una vía para encontrar la felicidad Clic para tuitearLa gastronomía es una fuente de placer. Encontramos en la alimentación, una vía para encontrar la felicidad. El sabor, la textura, el olor (ese croissant recien salido del horno por la mañana) y la presentación de un plato son sensaciones que perduran. En definitiva buscamos una «experiencia alimentaria«, que nos trasporte a un momento único y memorable a través de la alimentación, con la búsqueda de placer, la diversión o la atracción por la novedad. Y si la conseguimos… ¿realmente importa el precio?
¿Y tú?.. ¿qué experiencias gastronómicas has vivido o desearías vivir?