O enamoras o eres barato

O enamoras o eres barato

En el entorno comercial actual, visto lo visto, no hay que ser muy listo para reconocer el enorme éxito de las estrategias low-cost en casi todos los mercados y los responsables comerciales van locos para adaptarse a éste nuevo entorno en el que el precio es el que manda, más que nunca, y en el que defender la cuota de mercado es un trabajo de chinos para aquellas empresas cuyo posicionamiento no se basa principalmente en el precio.

Sigue habiendo mucho iluminado que piensa que esta es una tendencia efímera, pero los expertos en marketing y los mercados estan dejando claro que no es así. ¡Y que puñeta!, al final son los clientes los que mandan ¿no? El low-cost no ha venido de visita, ¡que va!, Mientras algunos merluzos con responsabilidad comercial han despreciado a estas empresas «baratuchas», mientras han apelado a la calidad de sus propios productos y servicios para menospreciarlas y les han augurado un futuro efímero, no se han dado cuenta que los «infectados» se ha instalado en el sofa y se han servido una cervecita para ver el partido. Y de momento, van ganando ellos (cuota de mercado) y no
piensan parar.

La revolución low-cost no es pasajera, ha venido para quedarse, y creo que es así por dos motivos. Por supuesto que la crisis económica y la mayor sensibilidad al precio ha sido la causa principal del nacimiento de estas propuestas, también las nuevas tecnologías y su abaratamiento han facilitado estos posicionamientos, pero hay otro factor mucho más importante y que no depende de la coyuntura; los consumidores hemos descubierto que lo barato no es necesariamente malo, nos ha sorprendido ver que tomamos cafe de marca blanca y que no se nos caen las orejas a trozos, que el papel de cocina barato no genera enfermades extrañas al tocarlo, siendo temerarios nos hemos
arriesgado a comprar aparatos electrónicos en category-killers comprobando después que no se han estropeado e incluso hemos volado en compañías lowcost que resulta que no se caen y ahora preferimos ir dos horas embutidos como un salchichón en los asientos y gastar el dinero disfrutando de un a cervecita en la ciudad de destino. Hace pocos años, estaba muy claro el axioma comercial de que lo caro es bueno y de que lo barato es malo, que los targets altos del mercado compraban productos caros y que los más bajos eran clientes de productos económicos. Estos esquemas se han acabado, sobre todo en su primera parte, y los targets altos consumen low-cost como los que
más, muchos coches de lujo tienen un seguro low-cost y en el barrio de Salamanca o Pedralbes se venden muchos productos de marca blanca en los supermercados.

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